Islandia es una isla plantada en mitad del océano Atlántico, al borde del círculo polar ártico, una isla en el extremo del mundo y en el extremo de lo habitable. Pero al mismo tiempo, viajar a Islandia es conocer un destino turístico cada vez más apreciado por los viajeros.
Un viaje que combina una historia increíble, una naturaleza sublime y espectacular. Lugares que parecen recién construidos para nosotros y que, sin embargo, llevan ahí cambiando desde hace eras.
Para más información consulta la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores
Para entrar a este país europeo territorio Schengen, a los ciudadanos de la Unión Europea les basta un pasaporte o un carnet de identidad con validez mínima de 6 meses.
El clima del país se denomina como subpolar oceánico. Con estos datos uno pensaría en un frío extremo, pero no es del todo así. De hecho, Islandia tiene unas temperaturas medias anuales mayores que las de otros lugares a su misma latitud. Los veranos son frescos y los inviernos no son tan crudos como se podría esperar.
En Islandia el clima es muy cambiante y podemos pasar de la noche a la mañana de tener un día soleado a caer una nevada de campeonato. Existe un dicho popular que dice que “si no nos gusta el tiempo, esperemos cinco minutos”. Y esta es una gran verdad que debemos tener en cuenta.
nco minutos”. Y esta es una gran verdad que debemos tener en cuenta.
Si vas en invierno, cuando el frío es evidente y se hace de noche enseguida, tenemos el reto de poder asistir en directo a un espectáculo de auroras boreales o de realizar múltiples actividades invernales. El mejor momento para observar las auroras boreales en Islandia lo tenemos entre noviembre y abril, aunque lo ideal está en los meses de diciembre, enero, febrero y parte de marzo. Durante esta época tendréis la oportunidad de ver cascadas completamente heladas, lo cual es un auténtico espectáculo por sí mismo.
Está cerca del polo norte y eso significa que en verano, además de un clima más benévolo, hay muchísimas horas de sol. De hecho, desde finales de junio hasta agosto, nunca se hace de noche y la luz solar es visible 24 horas al día, lo que se conoce como el sol de medianoche. Durante esta época, podréis disfrutar de la naturaleza en Islandia en su máximo esplendor, con los ríos y cataratas luciendo su máximo caudal producto del deshielo y con las carreteras prácticamente libres de nieve.
A pesar de la dificultad del islandés, la lengua que los vikingos trajeron a la isla, la gente habla inglés con bastante fluidez.
La moneda de Islandia es la Corona Islandesa, pero se puede pagar con tarjeta de crédito en prácticamente cualquier lugar por alejado de la civilización que parezca y aunque se trate de cantidades pequeñas. También deberéis pagar con tarjeta de crédito en la mayoría de gasolineras. De hecho, son automáticas y no admiten pago en metálico.
Si vas con coche de alquiler, respeta los límites de velocidad porque las multas son fáciles de encontrar y obligatorias de pagar; los coches de policía llevan dispositivos para cobrar con tarjeta en ese mismo momento y las multas rondan los 600 euros.
Dado que en Islandia el agua viene caliente del subsuelo, es usual que de la ducha salga un cierto tufillo a azufre. No debemos preocuparnos por semejante aroma sulfuroso porque no se nos queda en la piel ni iremos oliendo a azufre como el Diablo. Por otro lado el agua fría que sale de los grifos es absolutamente potable y podemos beber de ella con toda la tranquilidad.